He
aquí un álbum de denuncia, pero también un cuaderno de
celebración. Album de denuncia, sí, porque su autor, Francisco
Rodríguez de Barrio, pone el grito no en el cielo, sino en el suelo
de la desigualdad de la mujer, estrofa sí, y estrofa también, ante
lo infamante del macho machista, que sigue a lo suyo, entre la
humillación y el delito. Y también cuaderno de celebración,
decíamos, porque hay en este libro un canto sostenido a la majestad
de la mujer, una reverencia celeste a la existencia de la amante, o
de la madre, una alzada alabanza a la tradición de la diosa, que es
lo que son todas, aunque algunos se empeñen en verlo poco, o nada.
Hay, hoy, en España, y en el mundo, una lepra de maltrato a la
mujer, una epidemia más bien letal de discordia o desprecio, y casi
los telediarios sujetan una sección fija de obituario femenino,
porque la mujer muere todavía a manos del hombre, que es el lobo de
una especie "no animal", hasta nueva orden. No es excepcional el
disparate, sino todo lo contrario, para vergüenza de todos.
Francisco Rodríguez de Barrio se apunta aquí a la denuncia de esta
barbarie, y tira del verso rimado, y piruetea con citas, y hace
brincos de palabras, y juega al humor con asuntos de lo íntimo, o de
lo sexual, acaso porque no hay mejor modo de tomarse la cosa más en
serio. No se le escapa al autor que el idioma tiene condición de
macho, ni que el sexo abriga quizá un canibalismo, ni tampoco que
hay una falocracia en curso, cuando tantos opinadores de podio van y
se ponen a ejercer la filosofía de urgencia, por escrito o al
viento. Pero tampoco se le escapa que la mujer es la fortuna del
mundo, y que "ser huésped de una mujer, real o virtualmente, si
bien hay quien lo desmiente, es un inmenso placer". Volvemos, así,
desde el final al principio: en un verso se aúpa la denuncia, o la
reprobación, y en el verso siguiente se saluda el enigma de la
belleza de la muchacha, la calma de la ternura de la mujer, que nos
hace a todos más hombres, que es como decir mejores hombres.- ÁNGEL ANTONIO HERRERA